Un viaje imaginario
Una hermosa y cálida noche de verano estaba Victoria en su dormitorio. Se asomó por la ventana en busca de brisa y vio que afuera había mucha luz. La luna iluminaba con fuerza y pudo ver con facilidad casi todo lo que había en el patio.
Decidió salir a admirar el cielo y refrescarse con el suave viento antes de dormir.
Ya en el exterior, caminó hasta su banco. Era el tronco del árbol donde sus padres habían colocado el columpio en que se mecía por las tardes. Se había caído recientemente durante una fuerte tormenta. Cuando iba a sentarse se dio cuenta de que estaba brotando una nueva hojita.
- ¡Qué gran sorpresa! se dijo, y pensó en plantarlo nuevamente. Permaneció inmóvil durante unos minutos con la mirada fija en las estrellas, disfrutando del silencio de la noche.
Se le ocurrió hacer un avión de papel e imaginó que se montaba en él y viajaba a otro planeta. A Saturno. Le gustaba porque era diferente y fácil de reconocer. Un punto amarillo brillante que no parpadeaba y tenía varios anillos que se movían muy rápido, aunque esto último se lo habían contado y no había podido comprobarlo.
Llegó, empezó a explorarlo. Observó algunos pequeños globos transparentes que parecían burbujas como las que hacía en el parque cuando jugaba con sus amigos.
Sintió curiosidad y se acercó a inspeccionarlos. Sin querer rozó a uno y creyó que se había movido. Lo tocó suavemente para asegurarse. Sorprendida vio como empezaba a volar tratando de huir. Victoria observó que también el resto empezaba a desplazarse lentamente.
Con gran amabilidad, respeto y entusiasmo les explicó de dónde venía, de cómo era su planeta, su país, los árboles y flores, las nubes, la lluvia, sus amigos, su mascota y su familia. Cariñosamente se dirigió a la primera pompa que había tocado, le llamó Rocky y le preguntó si quería ser su amiga.
La burbuja no respondió. Entonces sucedió algo inesperado. La niña percibió cómo poco a poco, cambiaban de color. Sus cubiertas brillaban cada vez más como si tuvieran pieles de estrellas. Victoria comprendió que era su manera de expresarse.
Al principio estaban asustadas, se sentían incómodas y molestas. Se endurecieron y palidecieron. Sin embargo, cuando tomaron confianza, conocieron a Victoria y aceptaron su amistad se pusieron muy suaves como pelotas de goma y resplandecientes como pequeños soles. Se movían lentamente y tras ellas dejaban una estela de alegres colores. ¡No eran burbujas!, eran criaturas vivas y sensibles con forma de globos de aire. Victoria descubrió que al igual que otros seres ellas también sienten y agradecen el amor. Se transforman ante el cariño y lo corresponden.
De pronto, escuchó un ruido que la trajo de vuelta al patio. Se quedó muy atenta tratando de entender de dónde venía. Entonces alcanzó a divisar a un gato que corría tras un ratoncito y, tranquila, sonrió.Fue a la cama muy contenta por su viaje, por haber conocido a Rocky y sus amigos. Pensó en lo importante que era dar y recibir amor para crecer felices. Agradeció su fortuna pues cada día sus padres, su familia y sus amigos le demostraban cuánto la quería y ella a su vez les regalaba su afecto con besos, abrazos y lindas palabras. A la mañana siguiente repartió otro poquito de cariño: plantó el árbol donde antes había estado su columpio, lo regó y lo cuidó con mucho esmero, y...
... Colorín Colorado este cuento se ha acabado
y el tuyo mi niñ@ aún no ha empezado.
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