El paseo de Thoas

   Había una vez una pequeña y paciente oruga que vivía en un naranjo cargado de frutos. El árbol tenía tantas naranjas que parecía una de esas noches repletas de estrellas en las que no conseguimos terminar de contarlas porque cada vez aparecen más y más lucecitas.

 Un día, una niña que pasaba por allí se acercó a tomar una fruta. Dio un salto atrás cuando se encontró con los ojos muy abiertos de una oruga que le preguntó algo molesta:
 - ¿Acaso es tuyo este árbol?
 - ¡Uy, qué susto! respondió Victoria y   continuó:
 - No, no lo es, pero está en el camino.  Creo que no tiene dueño.
 - Sí que tiene, es de un campesino que vive cerca y me ha dejado vivir en él, comentó la oruga.
- Entonces, podría regalarme una naranja, por favor? pidió Victoria con tanta dulzura y educación que la oruga no tuvo más que suavizar el tono y admitir:

- Eso está mejor. Toma una, o dos, si quieres.
- Muchas gracias, señora oruga. 
Y, haciendo un gesto de amabilidad al tiempo que ladeaba su rostro interrumpió:
- Me presento, soy Thoas, y tú cómo te llamas?
- Victoria
- Siento haberte asustado pero es bueno dejar las cosas claras para que después no haya problemas. Todos debemos cuidar, respetar y aprender de todos. 
- No tomo lo que no es mío pero hoy no se qué me ocurrió, quizás me entretuve. Hiciste bien en preguntarme... Thoas, vives sola aquí? Tienes amigos? quiso saber Victoria
- Tenía muchos pero poco a poco, un día tras otro empezaron a cubrirse y desaparecer hasta que me he quedado sola.

Entonces, Victoria, para evitar la tristeza propuso:

- Te gustaría dar un paseo y te muestro un lugar muy hermoso cerca de aquí?

- ¡Me encanta la idea! dijo Thoas, pero antes te pediría por favor que atases una cuerda en mi cuello para o perderme y que, si no es mucha molestia, me regreses al naranjo cuando terminemos de caminar.

 - ¡De acuerdo! dijo Victoria, y en un   abrir y cerrar de ojos estaban       andando juntas mientras disfrutaban   lugares que la oruga jamás había     visto.

 De pronto, Thoas empezó a hacer  unos movimientos extraños y Victoria  se asustó:

 - ¿Qué te ocurre?, ¿estás bien?

La oruga subió a otro naranjo y le suplicó a Victoria que soltase la cuerda. Había llegado el momento.
Empezó a tejer un saquito de seda hasta que se escondió por completo en él. Comprendió por qué sus amigos se habían ido y un instante antes de despedirse le pidió a la niña que pasara a verla todos los días y que no se preocupara por ella que en ese árbol también estaría muy bien.

Así, tras 10 soles y 10 lunas Victoria llegó otra mañana, como de costumbre, a visitar a su amiga y encontró algo verdaderamente asombroso.

Unas contorsiones parecidas a una danza indicaban que Thoas se estaba convirtiendo en una bella mariposa, "cometa del naranjo". 

Cuando la vio se quedó admirada y deslumbrada por su constancia y sacrificio. A partir de ese día fueron amigas inseparables.
Thoas ganó un nombre más largo: Papilio Thoas (pero siguieron llamándole Thoas... por costumbre y comodidad)

Agradeció a Victoria el cariño y esmero con que la cuidó cada día. Revoloteó feliz por lugares que conocía y por otros nuevos que descubría y mostraba a su compañera. Jugaban y se divertían entre cientos de plantas y flores multicolores acompañadas también por las mariposas amigas y...


...Colorín colorado, este cuento se ha acabado
y el tuyo mi niñ@ aún no ha empezado.



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